viernes, 19 de junio de 2015

¡Este es mi país!
Daniela Sagastegui

El Dr. Rubén Aguilar Valenzuela pone a debate la siguiente disyuntiva: ¿Qué significa ser ciudadano? Aparentemente es una pregunta sencilla con una respuesta igual de simple: cualquier individuo que haya nacido en territorio mexicano es considerado, por ese hecho, un ciudadano del país. Sin embargo, ¿puede, en efecto, reducirse a tal un concepto tan amplio?
El propio Aguilar explica la cuestión de la ciudadanía como un término mucho más complejo; el ciudadano se gana esa denominación diariamente, con su participación. La participación ciudadana: esa responsabilidad tan temida, tan delegada a otros y tan ignorada. Para este periodista, el Estado no existe sin ese pilar; ¿cómo puede entonces existir para nosotros?
Para muchos la participación ciudadana recae en la elección de cada tres años; en ser un “buen vecino”; o en emitir algún juicio político, ya sea en persona, ya sea por las nuevas plataformas que internet nos ha brindado. Pero participar es mucho más que eso, es hacer nuestra la ciudad día con día, apoyar una causa, adueñarse de ella. Se trata pues, de realizar ese cambio del que tanto se habla, ser ese pequeño granito de arena tan significativo.
Es común creer lejano el mundo de las asociaciones civiles por verlas, exclusivamente, como algo político. Si bien se hace política cada que uno se sumerge en los aconteceres del país, no es todo lo que involucran estas sociedades. En realidad, las hay para todos los gustos: ambientales, sociales, culturales, un sinfín de posibilidades que nos permite hacer de uno el país.
Precisamente, ver ajena la participación propia, equivale a ver al país como algo extraño, que no nos pertenece. Lo distante suele crear indiferencia. Lo propio por otro lado… ¡¿Quién quiere ver destruida la casa propia, saber corrompidas las reglas de la familia, ver al propio hijo muerto?! Cuando se involucra, no sólo se vuelve válida su ciudadanía y mejora el país; uno grita ¡Yo estoy aquí! ¡Es mi país!
Carlos Monsiváis explica en su libro: No sin nosotros, cómo surgen las asociaciones civiles y cobran vida a partir del Terremoto de 1985. Detalla la lucha de las minorías en este acontecer y explica su demanda unísona “¡No sin nosotros!”. Pero eso grito ha quedado en el pasado, el pueblo renuncia a él, como se renuncia a una patria olvidada. Ahora parece más un murmuro diciendo: ¿a quién esperan?
El terremoto sacudió a la ciudad, sacudió las necesidades y sobre todo, despertó a los ciudadanos de un dormitar largamente extendido; como si la propia tierra llorara y nos regañara por olvidarle. ¿Qué esperamos? ¿Otro terremoto? No permitamos que avancen sin nosotros; el país en realidad no puede avanzar sin uno. Hagámonos presentes, gritemos al unísono ¡Este es mi país!

No hay comentarios:

Publicar un comentario